domingo, 22 de febrero de 2009

La triste realidad de los animales en un zoológico de Gaza




Gaza, un zoo donde los animales se comen los unos a los otros






4 de febrero.- Si hubiera que elegir un referente palestino que resumiera a la vez la persistencia de esta población y el sufrimiento que afrontan desde hace décadas, los hermanos Yumaa se contarían entre los favoritos.



A finales de 1999 los dos residentes de Rafa decidieron embarcarse en una aventura tan arriesgada como original: abrir un pequeño zoo en esta localidad fronteriza de Gaza con Egipto. La pareja, Fathi y Mohamed, se gastaron 300.000 dólares en habilitar un espacio en el que llegaron a acoger a 87 especies de animales.



Pero entonces estalló la segunda Intifada y Rafa se convirtió en uno de los frentes más virulentos de la contienda. En mayo del 2004, el ejército israelí lanzó una devastadora ofensiva sobre esta población y, en medio de la arremetida, sus tanques aplastaron literalmente el recinto de los Yumaa. La escena de aquella jornada oscilaba entre lo patético y el puro surrealismo. Decenas de animales aparecían sepultados en la arena –incluido un avestruz- y otro grupo se encontraba recluido en el sótano de la vivienda de Mohamed Yumaa. Muchos de ellos con las extremidades quebradas.



Yumaa me relató que se le había escapado un canguro –imagine usted al bípedo saltando entre los blindados en medio del tiroteo-, otro avestruz y una serpiente pitón, además de otros cientos de animales. "El canguro apareció después agonizando entre las dunas y murió", precisa Mohamed.



Pero lo peor es que Mohamed Yumaa acusó a los militares de detener el convoy, apearse de los vehículos acorazados y robarle decenas de loros tropicales, cada uno valorado en más de 2.000 euros. "Les intenté llevar a juicio, pero el tribunal israelí desestimó el caso", añade.



Entre los archivos del diario he descubierto la crónica de aquel suceso y un diálogo entre una informadora y los habitantes de Rafa que ilustra el sentimiento de la población ante la destrucción infringida por las tropas israelíes. El texto es el siguiente: "Y usted cree que los israelíes buscaban aquí terroristas?", inquirió una periodista de una cadena de televisión al propietario del zoo. "¡(Ariel) Sharon está loco! ¡Va y destruye un zoo! ¡Tiene el mal de las vacas locas!", replicó Ibrahim Nahal, uno de los residentes de Rafa que se había acercado a Brasil (el barrio donde está el zoo)".

Pues bien, aferrados a la determinación que caracteriza a los palestinos, los Yumaa reconstruyeron el zoo y compraron una nueva remesa de animales. El negocio continuó con altibajos hasta que los israelíes instituyeron el cerco de Gaza en 2006, que después estrecharon en septiembre de 2007.

Entonces, el ejército de Tel Aviv decidió prohibir la importación de alimentos para estos animales bajo el epígrafe genérico de "motivos de seguridad". "No nos han dejado traer ni alpiste para los canarios o las semillas de los loros. Se supone que también son una amenaza", dice Fathi Yumaa.
Una vez más, las imágenes que uno divisa ahora en el enclave distan mucho de las que uno podría esperar de cualquier lugar de esparcimiento al uso. Porque el zoo de Rafa se ha convertido quizás en uno de los pocos de su clase en todo el mundo en el que los animales han terminado comiéndose los unos a los otros a falta de alternativa."Sí, es terrible. Lo ocurrido en el 2004 fue una catástrofe pero esto es todavía más duro, porque los ves morir día a día", indica Mohamed.

En el preciso instante en que se desarrolla la conversación, los más pequeños del clan Yumaa se esfuerzan en trocear con hachas y cuchillos a una cabra que les costó 1.000 dólares y que acaba de fallecer. "Le dábamos de comer porquería, enfermó y como tampoco tenemos medicinas, se murió. Y estaba embarazada, mire, ahí tiene los dos cabritos, también muertos", precisa el palestino.


Como observa el propietario del zoo, la carne del trío –la hembra y los dos fetos- será utilizada para alimentar a los lobos, zorros y águilas, aunque estas últimas todavía no han terminado de devorar a un pájaro de su misma especie que permanece tirado en su jaula. Otra rapaz enferma se arrastra por el suelo a la espera de la misma suerte."Es algo increíble, las águilas comen águilas y ¡las mangostas se comieron entre ellas vivas! Se volvieron locas de hambre. Teníamos 15 y sólo nos quedan 6. Los gatos también se alimentaron de sus crías y a los lobos les estamos dando las palomas o los conejos que se mueren de hambre", precisa Mohamed.

La debacle del emplazamiento es casi absoluta. Fathi realiza un recuento de las 'bajas' y concluye que sólo sobreviven un tercio de los animales. "Teníamos 40 ardillas y nos quedan siete. Tres gansos y hay uno vivo. De los siete cisnes quedan tres. Hasta los monos se mataron entre ellos a causa del hambre. Teníamos siete chimpancés y sólo quedan tres. Y toda la camada de ratas blancas, unas 50, que usamos como comida".

Ni siquiera la apertura de la frontera con Egipto parece haber remediado la acuciante crisis. Fathi se trasladó hasta El Arish, en la península del Sinaí, para reabastecer el zoo de comida y nuevos animales. Pero tras desembolsar miles de libras egipcias a un empresario local, las medidas de seguridad impuestas por El Cairo para forzar a los palestinos a regresar a Gaza han bloqueado el envío de los suministros desde la capital egipcia."Ahora el egipcio dice que no me devuelve el dinero y que si quiero la comida y los animales que vaya a buscarlos a El Cairo. Debería cerrar el zoo porque sólo me reporta sufrimiento. Primero los israelíes y ahora los egipcios", concluye Fathi.




JAVIER ESPINOSA desde Rafa (Gaza)


Fuente:

El Mundo








Marisol Ávalos Q. Cel. (511) 998936430
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CIRCOS SÍ PERO SIN ANIMALES-PERÚ

1 comentarios:

Dante dijo...

AAAYYYY POBRE ANIMALES PERO LOS DUEÑOS Q SE JODAN POR PERDER LA PLATA NO LA MERECÍAN GANAN PLATA HACIENDO SUFRIR A LOS ANIMALES ESOS ANIMALES ESTARÍAN VIVOS SI A ESOS ESTÚPIDOS NO SE LES HUBIERA OCURRIDO ABRIR UN ZOOLÓGICO